La expresión «cabeza de alcornoque», para quien desconozca su significado, hace referencia a la dureza de ese mismo árbol, y se usa para simbolizar la terquedad de ciertas personas. Esta misma terquedad es la que demuestra tener la gente que se niega a aceptar que se puede vivir sin consumir productos de origen animal en una sociedad en la que, desde hace mucho tiempo, hay alternativas para todo.
Precisamente del alcornoque, este árbol que tiene fama de ser tan duro, se extrae el corcho, que no solamente es un material utilizado para hacer tapones impermeables que impiden que se derrame el líquido en botellas, sino que se ha consolidado en los últimos años como un substituto de alta calidad y resistencia para el cuero animal, adecuado y útil para la fabricación de diferentes productos de uso frecuente.
El mercado de la moda, al igual que otros mercados, se ha adaptado a las necesidades de un público en alza como es el caso del consumo vegano. Comentamos esta evolución en otra de nuestras entradas, en la que os hablábamos de como la marca de botas Dr Martens, conocida por sus populares botas de piel animal, ha incluído en su catálogo un buen número de botas veganas.
Al igual que sucede con la piel vegana de las famosas Martens, también el corcho se ha revelado como una alternativa a la piel animal, un producto antiguo pero novedoso que responde perfectamente a las exigencias de un público cada día más consciente y preocupado por la calidad, durabilidad y sostenibilidad de los bienes que consume.
Como es sabido, el corcho es la corteza de los alcornoques. Normalmente, esta corteza se retira manualmente de los árboles cada 10 años aproximadamente. Al tratarse de un material dotado de una buena resistencia y elasticidad, se pueden emplear las mismas técnicas utilizadas en el curtido del cuero animal. La diferencia principal entre el corcho y las pieles animales, es que el primero es totalmente impermeable, mientras que el cuero animal no lo es del todo. Por este motivo, el corcho es utilizado con resultados magníficos para la confección de paraguas. Además de esto, el corcho tiene la ventaja de no ser tan pesado como el cuero, no requiere de tantos cuidados y, a pesar de que no tiene tendencia a ensuciarse, puede ser lavado sin peligro de que se deteriore.
En lo que respecta a la contaminación del medio ambiente, -problema que suele preocupar cada día más a las personas, sobre todo a aquellas que siguen un estilo de vida vegano-, las plantaciones de alcornoque son unos valiosos aliados contra el cambio climático, puesto que el CO2 queda atrapado en los productos hechos a base de corcho, impidiendo que este se libere y pase al aire. Se ha calculado que un tapón de corcho aísla el doble de su peso en CO2. Esto hace que se trate de un sector industrial que tiene un impacto positivo en la retención del cambio climático. Además de esto, el corcho es un material biodegradable y 100% reciclabe.
Entre los países productores de corcho se encuentra Portugal, que cuenta con un gran número de plantaciones de alcornoque en su territorio nacional, circunstancia que lo convierte en el mayor exportador de corcho con alrededor del 60% de la producción mundial. Con estas cifras no es de extrañar que ya desde hace tiempo se venga utilizando para elaborar una infinidad de productos como chaquetas, pulseras, carcasas para teléfonos móviles, cinturones, monederos, paraguas, zapatos, carteras, collares, etc. Si tienes interés en hacerte con alguno de estos productos puedrás comprarlos en tiendas online como esta de aquí.
Por detrás de Portugal, el segundo exportador de corcho es España, con cerca del 20% de la producción total a nivel mundial. Andalucía, Castilla la Mancha y Extremadura son las tres comunidades productoras de corcho por excelencia dentro de España, y cabe notar que dos de ellas, -Extremadura y Andalucía-, hacen frontera con Portugal.
En este sentido, la península Ibérica parece llevar años de ventaja al resto del mundo en el mercado de un producto como el corcho, tan versátil, sostenible, de alta calidad y libre de crueldad.