La espirulina es un superalimento famoso en el mundo del veganismo y del vegetarianismo por sus múltiples beneficios. Se trata de una microalga que contiene una alta cantidad de proteínas digeribles, además de vitaminas, ácidos grasos esenciales y minerales como el hierro, motivo por el que se recomienda especialmente para evitar anemia, independientemente del tipo de alimentación seguido.
Es un hecho probado que la espirulina contiene una cantidad de nutrientes en absoluto desdeñable, y es naturalmente vegana. Como prueba de ello podríamos apuntar su inclusión en alimentación de los astronautas que la NASA envía al espacio, así como las reiteradas recomendaciones de la ONU para combatir la malnutrición.
Aunque mucha gente cree que la espirulina es una fuente natural de B12, las personas especializadas en nutrición advierten de que no se trata de la misma que necesita el ser humano, sino de una sustancia semejante. No es útil consumirla como sustituta de la B12, sino conseguir la del tipo ciabocobalamina, que es la que precisamos tomar. Además, el consumo de espirulina disminuye la absorción de B12, por lo que no se recomienda su consumo combinado, sino alterno. Respecto a la vitamina B12 es especialmente relevante consumirla a partir de los cincuenta años de edad, ya que las reservas que los seres humanos tenemos de dicha vitamina disminuyen de manera notable a partir de entonces.
A excepción de este pequeño detalle, la espirulina tiene numerosos beneficios para el organismo, como por ejemplo ayudar al incremento de la hemoglobina, así como a la eliminación de metales pesados de tu cuerpo, a la nutrición de las células formadoras del cabello y de las uñas, y a mejorar la visión y el sistema inmunológico.
En cuanto a su formato, en el mercado podemos encontrarla de varias maneras: en pastillas, la más habitual, cómoda y fácil de tomar, para esa gente que no se complica, y también en polvo, para añadir a zumos, yogures, cremas o sopas, si su peculiar sabor es de tu gusto.